Sept. 7, 2023, 11:39 a.m.
Aug. 30, 2023, 7:24 p.m.
Aug. 29, 2023, 1:39 p.m.
Espacioindependiente nº 515, jueves 29 de junio, 2023
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La supuesta “ola reaccionaria”
Un programa político y económico frente a la guerra y la crisis
El debate electoral de las próximas elecciones generales está contaminado por el dominio de unos pocos grupos de presión que condicionan la opinión pública, y por las mismas controversias de las direcciones de los partidos oficiales del régimen. Luchar con el voto contra la ola reaccionaria que representa PP Y VOX, se ha convertido en un verdadero mantra de este momento político. Como la supuesta ola reaccionaria tendría un ámbito internacional, se acude a las figuras caídas de Trump, Bolsonaro… y otros, para dibujar un panorama de derrota sin más. Olvidando, que tanto Trump como Bolsonaro perdieron las elecciones y que, además, no pasan por el mejor momento político. También se suele acudir al ejemplo que representa en Italia el gobierno de Meloni, o de Mitsotakis en Grecia, para abundar en la inevitable ola reaccionaria.
En todos y cada uno de los casos de avances electorales derechistas, en Europa o fuera de Europa, los nuevos gobernantes se cuadran de forma inmediata ante el sistema financiero de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional sin rechistar, como dóciles instrumentos políticos del sistema económico o con la política de guerra de la OTAN, incluso entre quienes tenían amistades con los jerarcas rusos. Mientras esto sucede, se busca cómo echar toda la responsabilidad de estos giros electorales a la derecha, al comportamiento del sector obrero popular del electorado más afectado por la crisis, que supuestamente habría traicionado a sus líderes de izquierda.
El contexto internacional de una economía política de crisis y guerra es un hecho que no deberíamos pasar por alto a la hora de entender los orígenes y el alcance de la supuesta “ola reaccionaria”. Martin Wolf, periodista económico, escribía recientemente en el Financial Times: “Hoy, como a principios del siglo XX, asistimos a enormes cambios en el poder mundial, a crisis económicas y a la erosión de las democracias frágiles ... El capitalismo de mercado ha perdido su capacidad de generar aumentos de prosperidad ampliamente compartidos”. ¿A qué se refiere Wolf? Sin duda, al hecho de que la economía internacional ha abandonado de manera estratégica los dogmas de la restricción monetaria y fiscal, de reducción de la deuda privada y pública. Sabemos que la base del capitalismo es la explotación del hombre por el hombre, y que, por tanto, la economía capitalista está condicionada fundamentalmente por el desarrollo de la lucha entre las clases.
La vuelta a la inflación promovida por el alza de los tipos de interés del dinero por los Bancos Centrales (las mayores tasas de inflación en cuarenta años), la inflación también provocada por los gastos de guerra y la inducida por el precio especulativo de los combustibles, las materias primas, y los mismos alimentos…, todo ello conlleva cambios estructurales fundamentales en la economía política internacional. El marco geopolítico de estos cambios no es otro que la lucha encarnizada por la hegemonía mundial entre las grandes potencias: Estados Unidos, China y Rusia…
En reciente comparecencia del presidente de la Reserva Federal norteamericana ante comités del Congreso de los EEUU, se vino a justificar el necesario aumento de la tasa de desempleo, al tiempo que se ralentiza la subida de los tipos de interés, protegiendo el sistema bancario para que no se reproduzcan los colapsos de los últimos meses (las mayores quiebras bancarias de la historia financiera de los EEUU). De forma anómala, los tipos de interés de la deuda pública a corto plazo están muy por encima de los bonos a 10 años, provocando que miles de bancos tengan activos por un valor inferior a sus pasivos. La estabilidad del sistema económico está dependiendo de sucesivas inyecciones de ayudas o créditos baratos provenientes de los Bancos Centrales.
Podemos considerar que el trasfondo de la “ola reaccionaria” tiene palancas en la economía política, bases materiales que se esconden a la opinión pública, o se informan parcialmente, evitando que la realidad sea entendida tal cual es. Confluyen diversos factores de ámbito internacional, como la inflación provocada mayoritariamente por el aumento de los beneficios empresariales, la multiplicación de la deuda pública y privada, la guerra imperialista…, en medio de la lucha económica, financiera y monetaria de las grandes potencias por la dominación mundial. En suma, el caos y no la planificación reina en el sistema económico y financiero internacional en crisis sistémica.
De este caos se deduce, que todos los gobiernos -y el gobierno español, fiel cumplidor de las medidas dictadas por los organismos internacionales, no es una excepción- entienden que las rentas del trabajo deben perder capacidad de compra para favorecer las rentas del capital. La pérdida global de salarios y pensiones tiene mucho que ver con la despolitización creciente de sectores de la población que, en momentos electorales, se ven empujados a la abstención o a castigar con su voto (pese a sus tradiciones a la hora de votar) a quienes gobiernan para la austeridad social.
Pablo Bustinduy, uno de los dirigentes de Sumar (conglomerado de varios partidos proclamándose de la izquierda sin programa conocido), en reciente artículo dedicado a explicar cómo hacer frente a la ola reaccionaria, escribe: “La hipótesis de un cambio subterráneo en el ánimo del país sirve entonces para explicar el desajuste entre la valoración que hacen los electores de las políticas que ha desplegado el Gobierno y la valoración del gobierno mismo y de sus dirigentes”. Señala una contradicción que se suele esconder por parte de los partidos que han apoyado el gobierno de coalición. Obviamente, no se pueden ocultar los resultados materiales de los planes aplicados: las familias que han seguido siendo desahuciadas de sus casas en beneficio de los bancos no pueden aplaudir lo que el gobierno presenta como uno de sus mayores logros: la Ley de la Vivienda. Entiende Bustinduy que la “ola reaccionaria” es una corriente europea (“desde el inicio de la guerra de Ucrania, muchas de las elecciones en Europa no las ha ganado la oposición; las han perdido los gobiernos”). Aboga, en definitiva, por un nuevo “laborismo”: “una vida mejor para la mayoría, dentro de los límites del planeta”. Un laborismo a todas luces incompatible con las exigencias de las políticas de la Unión Europea y la OTAN, que secuestran la soberanía de los pueblos para imponer sus planes.
La política del miedo a los franquistas, el fatalismo de la “ola reaccionaria”, es el sustitutivo de un cambio de verdad, que permita vivir dignamente a la mayoría, acabando con los poderes antidemocráticos y privilegios de los que siguen gozando las familias franquistas del Ibex 35 más de cuatro décadas tras la muerte del dictador. La democracia no puede eludir la abolición democrática de los privilegios de todo tipo de la Monarquía y la Iglesia, la derogación de los Concordatos y todas las leyes que mantienen la impunidad de la herencia franquista en la Jefatura del Estado.
Ante las próximas elecciones generales, hace falta exigir desde todos los colectivos y plataformas reivindicativas un verdadero programa político y económico contra la crisis y la austeridad social. Los sectores más amenazados por la crisis, los jóvenes sin futuro, los trabajadores y campesinos, los jubilados, los autónomos…, en una palabra, la mayoría social necesita una alternativa económica igualitaria y una política democrática y republicana basada en la soberanía de las Cortes Generales, como expresión material de la verdadera soberanía de los pueblos, estableciendo las medidas necesarias para proteger, de forma efectiva, a la mayoría social de la crisis y la guerra.
May 5, 2021, 1:44 p.m.